viernes, 25 de abril de 2008

Capítulo 2 : Nubes de algodón

Las nubes recorrían el cielo lentamente, parecían grandes pedazos de algodón.

Clara estaba mirando por la ventana, no podía atender en clase, su cabeza tenía otra preocupación. Hacía ya un mes que su hermana Sandra había desaparecido misteriosamente de su cama, amparada por la oscuridad de la noche; y la policía no tenia ningún tipo de pista acerca del paradero de la joven. Clara creía que la policía no la buscaba porque la daban por muerta.

El maestro observó a Clara, ida, con la mirada en ningún sitio; pero no se atrevió a llamarle la atención, pues, todo el colegio sabía de la desaparición de su hermana y nadie quería hacerla sentir peor de lo que ya estuviera.

Sonó el timbre, el día escolar había finalizado. Clara volvía acompañada de su amiga Nuria, iban en silencio ya que Nuria no sabía que decirle a su amiga, sin embargo quería romper el hielo e intentar animar a su amiga. Se aclaró la garganta y dijo:

- ¿Clara sabías que Sofía esta saliendo con Miguel? ¡A mi me ha parecido muy fuerte la verdad!

- Pues la verdad, no lo sabía – respondió con una voz cansina y triste

- Pues sí, sí. Se ve que el otro día les pillaron en el caño del colegio mientras hac...

Clara desconectó, volvió a refugiarse en su mente, en sus recuerdos con Sandra, mientras Nuria iba hablando de amoríos entre compañeros de clase.

Cuando por fin se separaron para tomar cada una el camino hacía sus respectivas casas Nuria, que se sentía tremendamente culpable por no poder animar a su querida amiga,

intentó hacerlo antes de separarse:

- Animo Clara, ya verás como la encontrarán, seguramente se haya fugado con algún novio y dentro de unos días vuelva a casa muy enfadada por cualquier cosa que su novio le haya dicho… ya verás volverá – una sonrisa de eterna amistad le lleno el rostro mientras que colocaba una mano en el hombro de su amiga.

Clara bajo la cabeza y se secó una lágrima que le resbalaba por la mejilla.

- Muchas gracias por intentar animarme, eres una buena amiga… - al acabar la frase le dio un abrazo a su amiga y acto seguido se dirigió pesadamente hacia su casa, mientras su amiga se había quedado parada observando a su amiga alejarse.

La habitación parecía vacía, la joven estaba sentada en el borde de la cama con su agenda escolar en las manos pues se disponía ha hacer los deberes.

Su mente, en cambio, estaba ocupada.

>> ¿Sandra donde estas? ¡Eres una maldita egoísta! ¡Me has dejado sola! Ana y yo estamos hechas polvo… por favor si no estás viva haz alguna señal para que te encontremos, no podemos continuar con este sin vivir<<

Esperó a que la señal llegara… pero no lo hizo.

>> ¡Eres una maldita egoísta!<<

Con un sentimiento de odio intenso arrojó su agenda hacia el escritorio de su hermana, que estaba lleno de libros tal y como estaba siempre, tal y como Sandra lo había dejado. Todos los libros cayeron estrepitosamente al suelo, aunque el ruido fue amortiguado por la moqueta del suelo.

Clara, al calmarse, corrió a recoger los libros que había tirado. Uno por uno los recogía, miraba sus tapas, algunas veces su interior, acariciaba sus lomos, sus tapas; la mayoría los había visto alguna que otra vez. Y entonces lo vio. Un libro que nunca había visto en manos de su hermana, nunca lo había visto por casa; sus tapadas eran negras y tenían grabadas unos extraños signos plateados. Lo abrió. “Diario secreto de Sandra” ¡NO LEER! Esas eran las palabras que estaban escritas en la primera página. Clara no sabía que hacer, por una parte sabía que no estaba bien leer el diario de su hermana puesto que Sandra era muy recelosa con sus cosas, pero , dadas las circunstancias, Clara pensó que podría haber algún dato sobre la desaparición de su hermana Abrió el diario y leyó una página al azar…

“Hoy ha sido muy aburrido, la idiota de catalán, Mariana nos ha puesto un trillón de deberes ¡como si no tuviéramos que hacer mas cosas que su asignatura! Siempre con lo mismo, esta mujer no tiene vida propia… Pero bueno, la verdad es que hoy me he enterado de una cosa… se ve que Sofía, la pija de clase, está saliendo con Ernesto… esta chica cambia mas de novio que de ropa interior… Mientras volvíamos a casa Clara, Nuria y yo comentábamos los amoríos de la pija de clase y mientras que Nuria y yo la poníamos verde, Clara intentaba defenderla… esta hermana mía siempre ha sido muy inocente y siempre que alguien se mete con alguien se pone del lado del más débil, ella no lo puede evitar es un poco tontilla pero bueno…”

El relato de ese día seguía pero Clara no siguió, recordaba perfectamente aquel día, y sonreía leyendo las cosas de su hermana gemela puesto que le hacía recordar perfectamente la forma de expresarse de Sandra, bastante directa, aunque siempre intentaba no usar palabras malsonantes…

Clara pasó las páginas otra vez al azar, para acabar en otro capítulo del diario

“Querido diario, hoy hemos ido a la playa… No veas la de chicos guapos que hay en verano, para dar y vender! Clara estaba roja como un tomate cuando un chico se le ha ofrecido para ponerle crema de sol en la espalda, su cara era un poema, aunque finalmente lo rechazo, es muy vergonzosa ella… Hemos estado jugando un rato en el agua con una pelota hinchadle que ha traído Teresa y la pobre Nuria, que al igual que Clara no es un hacha en los deportes, se ha caído varias veces al intentar darle cuando le llegaba… Después de eso Nuria y Clara han ido a tomar el sol, mientras que Teresa y yo nos quedamos un rato más en el agua hablando de nuestras… Teresa encontró a un familiar suyo en el agua y se pusieron a hablar, yo mientras me alejé un poco, para darles intimidad. Fue entonces cuando la vi; su piel azulada, sus ojos rasgados y rojos, su cabeza carente de cabello y sus labios pronunciando:

- Shyn fa ten sin Bide Hisu

Cuando fui me quise dar cuenta ya había desaparecido, como las dos veces anteriores, decía una frase en Syndino y desaparecía, su frase siempre es de advertencia, parece ser que a la hechicera llamada Hisu no le hace mucha gracia que esté indagando en su mundo mágico desde la Tierra, pero a mi me da igual, lo voy a seguir haciendo, se que ese mundo esconde un gran secreto y pienso descubrirlo…”

Clara se había quedado parada, ¿que sentido tenía eso? Sandra nunca le había dicho nada sobre esos acontecimientos, y además eran bastante extraños, ¿podría ser que su hermana estaba en una especie de secta? La joven pasó unas páginas, y leyó otra vez:

“Hoy he hecho un descubrimiento muy importante en un libro de la tienda de magia de la señora Guildo, es muy amable y también sabe la existencia de Synde dado que ella pertenece a ese mundo, vino a la Tierra huyendo de las guerras que azotaban todos los territorios Syndinos, fue la señora Guildo quién me enseñó Syndino así que no le importa prestarme libros de magia e historia de Synde, soy según ella la única persona en este mundo con la que puede hablar sobre su patria. En aquel libro leí un capítulo que hablaba de la guerra de las casas mas poderosas de Synde por conseguir la llave de Clondey para conseguir abrir la cerradura de la misteriosa caverna Ual donde se encontraba el manuscrito de Kyansey el cual daba las instrucciones para obtener el poder total con el cual se puede hacer casi cualquier cosa, una de ellas, gobernar el mundo. Le pregunté a la señora Guildo sobre el capítulo y me explicó que las guerras eran producidas precisamente por la posesión de dicha llave y que muchas familias poderosas de su mundo luchaban por conseguirla… Lo último que supo es que las dos casas más poderosas de Synde , la Dyn Mien y la Hanfey habían encontrado la llave forjando una alianza entre ellas pero que después del hallazgo se comenzaron a exterminar la una a la otra para que fuera su familia la poseedora del poder total. Fue así como poco a poco la guerra entre las dos familias afectó a todo el territorio de Synde creando partidarios de cada una de las dos familias. Finalmente las familias acordaron partir la llave en dos trozos que introducirían en los cuerpos de sus últimos descendientes, haciendo que ambas familias tuvieran que depender de la otra y que no hubieras mas traiciones. Sin embargo dos días después del nacimiento de las criaturas una gran explosión masacró a los miembros de las dos familias. Nadie sabe que la ocasionó, solo se sabe que nunca aparecieron los cuerpos de las criaturas. La verdad es que he llegado a la conclusión de que Hisu es una componente de alguna de las otras familias poderosas de Synde, incluso que sea la causante de la explosión que masacró las familias Dyn Mien y Hanfey, y que por lo tanto no le interesa que se sepa su crimen.

Aunque todo eso son conjeturas, la señora Guildo no sabe mas de lo que yo he podido leer en el libro, así que no se como seguir investigando…”

Clara siguió leyendo el diario, leyendo cada vez mas frecuentemente hechos extraños relacionados con ese extraño mundo llamado Synde.

Hasta que por fin llegó a la última página:

“Hisu se ha pronunciado, su avail Laere ha vuelto y me ha dado un ultimátum, o voy a Synde o matará a todos mis seres queridos… yo no puedo permitir que eso ocurra así que voy cruzar el espejo de Guaren y entregarme a Hisu. Espero que Clara, la señora Guildo, Ana y todas mis amigas vivan felices y no sientan mucho mi desaparición…”

Allí acababa el diario. Clara estaba asombrada, aunque ya sabía donde debía ir: A la tienda de magia de esa tal señora Guildo.

viernes, 11 de abril de 2008

La llave de Clondey (Capítulo uno)

Una suave brisa acarició su cuerpo. Recorrió su rostro, su cabello, su cuerpo adolescente estirado sobre la roca… despertándola poco a poco de su reparador sueño. Abrió los ojos cansinamente mientras fruncía el ceño, pues la luz le molestaba levemente.

- ¡Vaya! Parece que te has despertado… parecías tan feliz durmiendo – dijo alguien que estaba frente a ella

Al principio no la reconoció, tenía la vista un poco borrosa del cansancio, pero finalmente se aclaró, y, con una sonrisa en los labios habló:

- Sandra, hermanita… ya sabes que me encanta dormir

Su sonrisa quedó congelada.

- Sandra… ¿Donde estamos? – preguntó Clara, con un matiz de terror

- Estamos en casa Clara…

- ¿En casa? Pe… pero estamos en medio de un desierto, esta no es nuestra casa!- su voz se tornó tensa y llena de terror.

- Clara, vayamos a dar un paseo por los alrededores… ya verás como te acabas de despejar- su cara desprendía desconcierto.

- Pero… ¿Y si nos perdemos?

- Clara, hermanita… ¿Es que no confías en tu hermana?

- Sí, claro que confío en ti… pero… -

- Pues demos un paseo; no pasará nada. Te lo prometo – finalizó Sandra, con una levísima sonrisa en la boca, comenzando ya a caminar hasta el borde la llana roca.

Al bajar , ambas, de la roca , Sandra condujo a su hermana por un pequeño sendero marcado levemente sobre la tierra seca del desierto, lleno de rocas del color del color de la escasa arena que había, un color amarillento, nada brillante, un color seco. El sendero bajaba por la elevación donde estaba situada la llana roca donde se situaban antes las hermanas hasta morir en un camino que discurría entre la multitud de elevaciones parecidas a la que acababan de dejar atrás.

El sol brillaba y calentaba las pieles de las hermanas mientras ellas, Clara unos pasos por detrás de su hermana, paseaban sobre el camino.

- ¿Tienes idea de donde vamos? – preguntó Clara, su cara reflejaba cansancio y agobio; hacía bastante calor

Su hermana aguardó un momento en silencio, parecía pensar la respuesta.

- No, no me hace falta, estamos en casa – su resultó tener un toque lógico, frío.

Clara arqueó su ceja derecha, y haciendo una extraña mueca explotó:

- ¡Sandra! Si esto es una broma… ¡no tiene ni la más mínima gracia!

- No es ninguna broma…

- ¡Pues dime donde estamos!- le espetó a Sandra con un notable enfado.

- Ya te lo he dicho – resolvió Sandra con una actitud sumamente fría.

Anduvieron un tiempo más; avanzaban por el camino ; sin embargo, Clara no sabía a que se refería su hermana al decirle que estaban en casa >> Seguro que es una broma<<>

- Sandra, estoy cansada quiero parar a descansar – le dijo Clara a su hermana, con una exagerada entonación que indicaba agotamiento

Sandra suspiró; se giró y comentó sonriendo:

- ¡Nunca ha sido lo tuyo esto de hacer mucho ejercicio eh!

Clara rió

- Pues ya sabes , si no me dejas descansar te estaré molestando todo el camino, que por el momento parece no tener fin…

- Esta bien…. Tu ganas

Se acomodaron como pudieron en el margen del camino, y mientras Clara se arreglaba su largo cabello castaño oscuro, ligeramente ondulado; mientras que su hermana oteaba el camino, intentando ver algo que su hermana ignoraba.

Fue entonces cuando Clara se estiró de cara al cielo y se quedó boquiabierta. El cielo no era azul, era de un color morado pálido.

- ¡Sandra! Por última vez… Donde ¿estamos? – su voz denotaba un contenido terror

- Clara, ¡corre!

- No pienso caer en ese truc…- comenzó a replicar Clara, pero una sombra enorme se abatió sobre ellas, silenciándola al instante.

Cuando Clara se giró para observar el creador de esa sombra, sus verdosos ojos observaron una gran criatura: Unas alas membranosas nacían en su lomo, un lomo ancho, lleno de púas. La criatura poseía una enorme cabeza conectada el tronco por un casi inexistente cuello, y al final de su tronco una larga cola llana; sus extremidades, gruesas como columnas, colgaban de su cuerpo que pese a su volumen corporal estaba volando. Toda ella era de un oscuro color marrón.

Sandra estiró a su hermana del brazo, puesto que ella se había quedado inmóvil, aterrorizada.

Corrieron por el camino mientras que la extraña bestia les perseguía emitiendo unos extraños rugidos guturales.

De pronto, se vieron interrumpidas por una docena de figuras negras que les cortó el paso.

- ¿Que queréis? – preguntó Sandra, gritando con una nota de terror en su voz

Una de las figuras oscuras respondió:

- Queremos dos preciosas jóvenes que ofrecer a nuestra ama Hisu en sacrificio… y lamento comunicaros que vosotras sois esas jóvenes – añadió con una malévola sonrisa.

Acto seguido la bestia apareció detrás de las chicas, como de la nada, y ellas, en un acto reflejo, saltaron hacia delante donde las figuras siniestras atraparon a Sandra, mientras que Clara cayó al suelo.

- ¡Sandra! ¡Sandra! ¡Resístete, no te rindas, no te dejes atrapar! – chilló Clara

Un instante después todo se volvió negro para Clara.

- ¡Sandra! – gritó Clara de repente, estaba en su cama, se había incorporado.

Todo había sido un sueño. Suspiró. Estaba en su habitación, en su casa, en su ciudad de Barcelona; había sido una pesadilla, una terrorífica pesadilla. Se giró en dirección a Sandra, que dormía en una cama al otro lado de la estrecha habitación, justo debajo de la ventana. Su mirada se heló, aterrorizada. Su cuidadora, Ana, estaba sentada en el borde la cama de Sandra.

- Clara… tu hermana… tu hermana ha…

- ¿Qué pasa?

- Sandra ha desaparecido.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Eco de pureza

És difícil recordar , o simplemente imaginar, un mundo donde nada perturbara la naturaleza, nuestro planeta la Tierra está herido de muerte, miles de pequeños tumores van acabando con ella día a día...

Cuenta una antiguo mito, que en un próspero planeta azul llamado Ratier, una de las mas avanzadas civilizaciones jamás conocidas, crecía al son de los movimientos rápido de su planeta alrededor de su estrella Nalu.

Las ciudades de dicha civilización se alzaban cientos de metros sobre el suelo, grandes construcciones que denotaban el poder tecnológico de dicha gente.
Millones de habitantes, convivían entre sí correctamente...
Esta gente vivía sus vidas, tal y como ellos deseaban, donde su único propósito de vida era escalar socialmente, fuese como fuese.

Había miles, no, millones de habitantes mas pequeños, que subsistían a las sombras de las grandes construcciones, privados de la luz por masas de oscuridad, sus mustios rostros se asemejaban a la ceniza y en sus ojos se veía el único deseo de un rayo luminoso, para atraparlo y subir a las alturas...

Entre las personas que vivían a plena luz del día se encontraba Secer; una joven de pálida piel y brillantes cabellos castaños; segunda hija de una familia adinerada que vivía en una espaciosa casa a varias decenas de metros de altitud.

Según Ziacodia, la madre de Secer, su hija era la oveja negra de su família... No veía con buenos ojos que su segunda hija prefiriera bajar a los parques a sumergirse en las suaves caricias de la brisa que pasaba entre las ramas de los árboles en vez de ir a un centro comercial a comprarse joyas... Secer nunca había sido "normal"; su madre aún hoy en día le recordaba aquel episodio en el cual su pequeña hija de ocho años había liberado a todos las aves que su padre coleccionaba en una gran pajarera ornamental del jardín...

Secer, miraba a su alrededor, hacía su civilizada sociedad, preocupada por como ser feliz a costa de celebraciones donde una sonrisa queda grabada en el rostro varias horas para al terminar continuar la búsqueda...

La muchacha lloraba, sabía que de una forma u otra tendría que entrar en esa red social que ella tanto detestaba, pues se estaba haciendo mayor y cuando una se hace mayor debe adquirir ciertas apariencias para no acabar siendo una persona de rostro cenizo que no pueda sobrevivir apenas...

Mientras observaba a Nalu sumergirse en las turbias aguas del océano, Secer lloraba por su futuro luminoso, lloraba por sentir que unos bonitos pendientes no llenarían su alma, por observar que su propia casa estaba siendo destruida por su propio hijo mas civilizado.






jueves, 8 de marzo de 2007

El primer murciélago

É

rase una vez, largo tiempo atrás, en un acogedor bosque húmedo y lleno de vida, una pequeña madriguera; en ella habitaba una pequeña familia de ratones de campo formada solamente por la abuela, la madre y el único hijo que aún no había marchado del cuidado materno. La abuelita, que era muy mayor se pasaba el día arreglando la casa; que si haciendo la delicadas camas de paja donde cada noche dormían para resguardarse del frío que azotaba el bosque todas la noches, también se dedicaba a hacer las comidas, la abuela ratón siempre había sido una gran cocinera. La madre ratón; en cambio, se dedicaba a recolectar alimentos bien para que la abuela los cocinara o bien para poder guardarlos en la despensa que tenían en su pequeña madriguera con el propósito de poder pasar el gélido y duro invierno sin ningún tipo de problema de provisiones.

El hijo, en cambio, se dedicaba el día a estar estirada observando el cielo… Observaba a los insectos que, con sus diminutas alas, volaban sobre su cabeza, posándose allí y allá en su continua busca de alimento; observaba también a los delicados pajaritos que revoloteaban por entre las ramas de los más altos árboles mientras entonaban hermosos cantos de los cuales solo ellos comprendía la letra, pues el idioma pájaro era muy complicado como para aprenderlo sin ser un pájaro. Y, también observaba a grandes aves, muchas de las cuales eran enemigas suyas, las observaba desplazarse en silencia entro los árboles en busca de algo con lo que alimentarse, más de una vez habían encontrado su alimento en el pequeño ratón, aunque nunca pudieron atraparle, siempre conseguía escapar por los pelos, bueno, en una ocasión, por la oreja; recordaba aquel día con total perfección: había estado todo el día en las nubes (como de costumbre) mirando todas las criaturas que surcaban el aire… Cuando de repente una horrible sombra se abatió sobre su pequeño cuerpo. El ratoncito al girarse dio de bruces con la horrible faz de un ave rapaz. Asustado, intentó escapar; sin embargo, la rapaz consiguió sujetarlo con sus poderosas garras… Si no hubiera sido por la sangre fría del ratoncito, que mordió con todas sus fuerzas las amarillas garras de la rapaz, ahora mismo estaría muerto; como consecuencia de aquel altercado había perdido media oreja que el ave consiguió arrancarle antes de ser mordida por el roedor.

La verdad era que el verdadero sueño del pequeño ratón de campo era surcar los cielos, su obsesión era tal que su día a día consistía únicamente en vislumbrar seres voladores…

Un día, mientras se encontraba en lo alto de una roca, vestida de un tupido y fresco musgo del verde más brillante jamás visto, una voz, rasposa y vieja, habló detrás de él:

- Vaya, vaya; parece que te gustan los animales voladores… ¿verdad?

El ratoncito se volvió; para observar un ser que jamás había visto, unos largos cabellos canosos, secos, nacían de una anciana cabecita con dos grandes ojos rojos. En la espalda dos extrañas telas parecidas a las alas de las libélulas.

- ¿Que eres? – preguntó extrañado el roedor

- Soy una hada, mi nombre es Diad

- ¿Una hada? Creía que solo existíais en las más increíbles fantasías… Y dime Diad, ¿puedes volar?

domingo, 18 de febrero de 2007

Cepillado de dientes

Acabé de ver una bonita película, acababa con la imagen de los protagonistas cepillandose los dientes, que bonita imagen...

Cuando acabó la película, me dirijí hacia el cuarto de baño... sacudí mi lacia melena a lo "style star" y agarré ( ¡ups esto de agarré no queda de Style Star! ) sostuve mi cepillo de dientes entre mis dedos y con la otra mano apreté mi bote de pasta de dientes colgate Blanqueador Ultrasónico y la cremosa pasta se posó sobre el cepillo... Abrí el grifo dejando caer el agua infectada de cloro que abunda tanto en las urbes <<>> y posé el cepillo bajo el grifo con el propósito de mojar la pasta.
Acto seguido introducí el cepillo en mi boca, limpiando mis dientes con sumo cuidado, imitando esa bella escena de la tierna película... Ahí fué donde todo se complicó... la espuma comenzó a crecer y mi boca no tenia ni mucho menos el aspecto bonito que tenia la de la muchacha de la peli, y ya no hablemos de la cara que ponia, mi cara era una especie de possesión diabólica: la barbilla hacia arriba(para poderme ver los dientes mejor) la nariz como oliendo a heces (mierda) , los ojos centrados en mi propia boca no hacian de mi rostro algo agradable de contemplar... Aunque eso no fué lo peor. Lo peor fué cuando la espuma comenzó a resbalarme de la boca para irse precipitando mejilla abajo dándome un aspecto para nada glamuroso a mi rostro... yo para intentar salvar la reproducción de esa bella escena saqué la lengua de la boca para limpiarme de la mejilla esa espuma pero lo que conseguí fué que la espuma que tenia en la lengua se precipitara también hacía abajo... fué un acto reflejo ¡lo juro! escupí, sí, ya se que no queda muy Style Star, pero no lo pude evitar, así que escupí... dejando un bonito estucado en el fabuloso cristal de mi cuarto de baño que poco a poco fué deshaciendose a causa del efecto de la gravedad en las gotas de pasta-agua-saliva produciendo así un hermoso grabado en la lisa superfície del cristal que posteriormente la inculta de mi madre no supo apreciar.
Y yo que soy muy tozuda no me dí por vencida, ¡Vamos, ni mucho menos! seguí cepillandome los dientes, observando a traves de las pequeñas rendijas que ofrecian los caminos que dejaban las gotas del estucado... como quería que mis dientes estubiesen lo mas limpios, blancos y divinos que nunca, me cepillé con fuerza... demasiada: miles de gotitas fueron a parar a mi antes ondeada melena Style Star y otras miles a mi preciosa camiseta que me había costado un ojo de la cara (camiseta negra)
Horrorizada por tal espectáculo antichic decidí que era mejor enjuagarse y olvidar todo ese asunto pues estaba claro que ese dia no estaba inspirada para nada... llené mi boca de agua de un vaso lleno de agua, dejando el agua del mismo hecha una hez (mierda) , y tras mover el agua dentro de la boca escupí con toda mi rabia y me odio esa agua ( con toda mi rabia y odio porque no me había salido la escena) produciendo así un efecto de la física que no pude apreciar del todo bien ya que mis ojos se llenaron de agua-pasta-saliva...

¿Está claro lo que pasó no? Se me confirmó esa leyenda urbana de que TODO en la TV está trucado.

sábado, 10 de febrero de 2007

La deuda de Invierno

Hace miles de años, los hombres comenzaron a abrigarse, a acumular alimento para el invierno, a buscar cobijo bajo pieles, cuevas... Comenzaron a perder el respeto al invierno. Ya nadie temí al frío y al hielo, ni al viento gélido, pues grandes abrigos de piel abrigaban sus desnudos cuerpos, y las cuevas, esas malditas cuevas les cobijaban de las finas agujas de hielo que el invierno creaba... ¡SE ATREVIAN A JUGAR CON LA NIEVE! a reírse del frio... el frío orgullo de la dama invierno no podía permitir eso...

- He de deciros algo a todas: Primavera, Verano, Otoño... Yo la estación Invierno estoy siendo ultrajada por la raza humana... es por ello que os pido unas concessiones de vuestras respectivas épocas para poder crear el mas grande y cruel invierno jamás visto sobre la faz de la Tierra.

- ¿Y cual es el motivo por el que te sientes ultrajada? - preguntó curiosa la primavera

- Los humanos me han perdido el respeto, juegan con la fría nieve, se bañan en lagos para desafiarme... Se rien de mi poderoso viento.

Otoño, Primavera y Verano dialogaron entre ellas hasta llegar a un acuerdo...

- Muy bien, yo, la dama Otoño te cedo mi espacio... Llena del más frio hielo los meses de Septiembre, Noviembre y Octubre.. Haz que las hojas caigan al suelo y se fragmenten en miles de pedazos de transparente hielo; mas sin embargo te ruego que no robes el color brillante de las hojas del otoño.

- Muchas gracias dama Otoño.

- Yo la dama primavera te cedo mis meses de Marzo, Abril y Mayo, convierte en blancas las verdes praderas, hiela las cascadas, agita los árboles con tu mas poderoso viento helado, más sin embargo te pido que dejes vivir a la flor del invierno.

- Eso haré Primavera

La dama verano miraba la situación desde la distancia...

- Y tu dama verano, ¿me concederias tu espacio?

- Si, pero no gratuitamente, cuando tu hielo no se derrita en mis tórridos meses, aumentarán una deuda, una deuda que deberás saldar en el futuro. Poco a poco deberás ir perdiendo fuerza, hasta solo dejar una sueva brisa gélida. Todos se pensarán que algo ocurre con su planeta, sin embargo lo que verdaderamente acontecerá será el pago de una deuda, tus poderes frios no existirán en ese día... Ese dia el sol mas radiante propio del verano, las flores mas coloristas de la primavera y las hojas mas secas del otoño surgirán al mismo tiempo... Cuando pagues tu deuda todo volverá a su equilibrio natural... ¿Aceptas?

- Sin dudarlo, ¡nadie podrá olvidar este glacial invierno que se abatirá sobre la Tierra!

Frios años sucedieron al pacto, grandes hielos arrasaron continentes, gélidos vientos asustaban a los hombres creando así la sonrisa en el rostro de Invierno...

La glaciación se terminó.

- Muy bien, ya estoy dispuesta a pagar la deuda...

- La deuda será pagada en el momento que nosotras estimemos oportuno.

- Como queráis...

Otras glaciaciones sacudieron la Tierra, menos intensas, pero sin embargo seguian engrosando la deuda de Invierno...

Pasaron miles de años, llegaron hasta el denominado s.XX, fué entonces cuando Verano dijo a Invierno

- Invierno, ha llegado la hora de pagar tu deuda, pues cuando llegue el nuevo milenio empezarás a remitir, y al septimo año del milenio desparecerás... Cuando saldes tu deuda podrás volver, no antes, pero mientras todos los seres humanos sonreirán al cálido invierno, viviran inviernos sin frio y esta vez si se reiran de tí.

Invierno no dijo nada, se retiró a reposar y a esperar el pago de la deuda, en cuanto la saldara, podria volver a entumecer los frágiles dedos de los humanos y a helar sus sucios estanques.





martes, 30 de enero de 2007

Amistad sin fronteras

Kraote era una "Miasde" (unos primos lejanos de los elfos) su aspecto daba fe de ella... Grandes orejas con dos puntas, piel grisácea, ojos dorados y cabello rosado... Su especie tiene muy mala reputación, tienen fama de mentirosos, ladrones...
Kraote sin embargo no era así, de hecho pocos Miasdes lo eran...
La joven Miasde solía pasear por el bosque que se situaba a los pies de la pequeña montaña de rocas donde se situaba su aldea. Se dejaba llebar por los sonidos de la naturaleza, dejaba su larga melena rosada ondear al viento... No cantaba, pues los Miasdes poseen voces muy guturales, pero lo que si hacía era danzar de árbol en árbol...
Fué un soleado día cuando descubrió a una elfa dandose un relajado baño en un estanque de cristalinas agua... El cabello de su prima lejana brillaba con luz própia, emitiendo destellos rojizos...
Nurinled, que era el nombre de la elfa, percibió la dorada mirada de Kraote y volvió los ojos en la dirección de la Miasde.

- ¡oH! ¡Una escurridiza Miasde! ¿Que haces aqui? ¿Pretendias robarme?
- No, yo no soy una ladrona
- ¿A no? Eres una Miasde... todos los Miasdes soys ladrones...

Continuará