viernes, 25 de abril de 2008

Capítulo 2 : Nubes de algodón

Las nubes recorrían el cielo lentamente, parecían grandes pedazos de algodón.

Clara estaba mirando por la ventana, no podía atender en clase, su cabeza tenía otra preocupación. Hacía ya un mes que su hermana Sandra había desaparecido misteriosamente de su cama, amparada por la oscuridad de la noche; y la policía no tenia ningún tipo de pista acerca del paradero de la joven. Clara creía que la policía no la buscaba porque la daban por muerta.

El maestro observó a Clara, ida, con la mirada en ningún sitio; pero no se atrevió a llamarle la atención, pues, todo el colegio sabía de la desaparición de su hermana y nadie quería hacerla sentir peor de lo que ya estuviera.

Sonó el timbre, el día escolar había finalizado. Clara volvía acompañada de su amiga Nuria, iban en silencio ya que Nuria no sabía que decirle a su amiga, sin embargo quería romper el hielo e intentar animar a su amiga. Se aclaró la garganta y dijo:

- ¿Clara sabías que Sofía esta saliendo con Miguel? ¡A mi me ha parecido muy fuerte la verdad!

- Pues la verdad, no lo sabía – respondió con una voz cansina y triste

- Pues sí, sí. Se ve que el otro día les pillaron en el caño del colegio mientras hac...

Clara desconectó, volvió a refugiarse en su mente, en sus recuerdos con Sandra, mientras Nuria iba hablando de amoríos entre compañeros de clase.

Cuando por fin se separaron para tomar cada una el camino hacía sus respectivas casas Nuria, que se sentía tremendamente culpable por no poder animar a su querida amiga,

intentó hacerlo antes de separarse:

- Animo Clara, ya verás como la encontrarán, seguramente se haya fugado con algún novio y dentro de unos días vuelva a casa muy enfadada por cualquier cosa que su novio le haya dicho… ya verás volverá – una sonrisa de eterna amistad le lleno el rostro mientras que colocaba una mano en el hombro de su amiga.

Clara bajo la cabeza y se secó una lágrima que le resbalaba por la mejilla.

- Muchas gracias por intentar animarme, eres una buena amiga… - al acabar la frase le dio un abrazo a su amiga y acto seguido se dirigió pesadamente hacia su casa, mientras su amiga se había quedado parada observando a su amiga alejarse.

La habitación parecía vacía, la joven estaba sentada en el borde de la cama con su agenda escolar en las manos pues se disponía ha hacer los deberes.

Su mente, en cambio, estaba ocupada.

>> ¿Sandra donde estas? ¡Eres una maldita egoísta! ¡Me has dejado sola! Ana y yo estamos hechas polvo… por favor si no estás viva haz alguna señal para que te encontremos, no podemos continuar con este sin vivir<<

Esperó a que la señal llegara… pero no lo hizo.

>> ¡Eres una maldita egoísta!<<

Con un sentimiento de odio intenso arrojó su agenda hacia el escritorio de su hermana, que estaba lleno de libros tal y como estaba siempre, tal y como Sandra lo había dejado. Todos los libros cayeron estrepitosamente al suelo, aunque el ruido fue amortiguado por la moqueta del suelo.

Clara, al calmarse, corrió a recoger los libros que había tirado. Uno por uno los recogía, miraba sus tapas, algunas veces su interior, acariciaba sus lomos, sus tapas; la mayoría los había visto alguna que otra vez. Y entonces lo vio. Un libro que nunca había visto en manos de su hermana, nunca lo había visto por casa; sus tapadas eran negras y tenían grabadas unos extraños signos plateados. Lo abrió. “Diario secreto de Sandra” ¡NO LEER! Esas eran las palabras que estaban escritas en la primera página. Clara no sabía que hacer, por una parte sabía que no estaba bien leer el diario de su hermana puesto que Sandra era muy recelosa con sus cosas, pero , dadas las circunstancias, Clara pensó que podría haber algún dato sobre la desaparición de su hermana Abrió el diario y leyó una página al azar…

“Hoy ha sido muy aburrido, la idiota de catalán, Mariana nos ha puesto un trillón de deberes ¡como si no tuviéramos que hacer mas cosas que su asignatura! Siempre con lo mismo, esta mujer no tiene vida propia… Pero bueno, la verdad es que hoy me he enterado de una cosa… se ve que Sofía, la pija de clase, está saliendo con Ernesto… esta chica cambia mas de novio que de ropa interior… Mientras volvíamos a casa Clara, Nuria y yo comentábamos los amoríos de la pija de clase y mientras que Nuria y yo la poníamos verde, Clara intentaba defenderla… esta hermana mía siempre ha sido muy inocente y siempre que alguien se mete con alguien se pone del lado del más débil, ella no lo puede evitar es un poco tontilla pero bueno…”

El relato de ese día seguía pero Clara no siguió, recordaba perfectamente aquel día, y sonreía leyendo las cosas de su hermana gemela puesto que le hacía recordar perfectamente la forma de expresarse de Sandra, bastante directa, aunque siempre intentaba no usar palabras malsonantes…

Clara pasó las páginas otra vez al azar, para acabar en otro capítulo del diario

“Querido diario, hoy hemos ido a la playa… No veas la de chicos guapos que hay en verano, para dar y vender! Clara estaba roja como un tomate cuando un chico se le ha ofrecido para ponerle crema de sol en la espalda, su cara era un poema, aunque finalmente lo rechazo, es muy vergonzosa ella… Hemos estado jugando un rato en el agua con una pelota hinchadle que ha traído Teresa y la pobre Nuria, que al igual que Clara no es un hacha en los deportes, se ha caído varias veces al intentar darle cuando le llegaba… Después de eso Nuria y Clara han ido a tomar el sol, mientras que Teresa y yo nos quedamos un rato más en el agua hablando de nuestras… Teresa encontró a un familiar suyo en el agua y se pusieron a hablar, yo mientras me alejé un poco, para darles intimidad. Fue entonces cuando la vi; su piel azulada, sus ojos rasgados y rojos, su cabeza carente de cabello y sus labios pronunciando:

- Shyn fa ten sin Bide Hisu

Cuando fui me quise dar cuenta ya había desaparecido, como las dos veces anteriores, decía una frase en Syndino y desaparecía, su frase siempre es de advertencia, parece ser que a la hechicera llamada Hisu no le hace mucha gracia que esté indagando en su mundo mágico desde la Tierra, pero a mi me da igual, lo voy a seguir haciendo, se que ese mundo esconde un gran secreto y pienso descubrirlo…”

Clara se había quedado parada, ¿que sentido tenía eso? Sandra nunca le había dicho nada sobre esos acontecimientos, y además eran bastante extraños, ¿podría ser que su hermana estaba en una especie de secta? La joven pasó unas páginas, y leyó otra vez:

“Hoy he hecho un descubrimiento muy importante en un libro de la tienda de magia de la señora Guildo, es muy amable y también sabe la existencia de Synde dado que ella pertenece a ese mundo, vino a la Tierra huyendo de las guerras que azotaban todos los territorios Syndinos, fue la señora Guildo quién me enseñó Syndino así que no le importa prestarme libros de magia e historia de Synde, soy según ella la única persona en este mundo con la que puede hablar sobre su patria. En aquel libro leí un capítulo que hablaba de la guerra de las casas mas poderosas de Synde por conseguir la llave de Clondey para conseguir abrir la cerradura de la misteriosa caverna Ual donde se encontraba el manuscrito de Kyansey el cual daba las instrucciones para obtener el poder total con el cual se puede hacer casi cualquier cosa, una de ellas, gobernar el mundo. Le pregunté a la señora Guildo sobre el capítulo y me explicó que las guerras eran producidas precisamente por la posesión de dicha llave y que muchas familias poderosas de su mundo luchaban por conseguirla… Lo último que supo es que las dos casas más poderosas de Synde , la Dyn Mien y la Hanfey habían encontrado la llave forjando una alianza entre ellas pero que después del hallazgo se comenzaron a exterminar la una a la otra para que fuera su familia la poseedora del poder total. Fue así como poco a poco la guerra entre las dos familias afectó a todo el territorio de Synde creando partidarios de cada una de las dos familias. Finalmente las familias acordaron partir la llave en dos trozos que introducirían en los cuerpos de sus últimos descendientes, haciendo que ambas familias tuvieran que depender de la otra y que no hubieras mas traiciones. Sin embargo dos días después del nacimiento de las criaturas una gran explosión masacró a los miembros de las dos familias. Nadie sabe que la ocasionó, solo se sabe que nunca aparecieron los cuerpos de las criaturas. La verdad es que he llegado a la conclusión de que Hisu es una componente de alguna de las otras familias poderosas de Synde, incluso que sea la causante de la explosión que masacró las familias Dyn Mien y Hanfey, y que por lo tanto no le interesa que se sepa su crimen.

Aunque todo eso son conjeturas, la señora Guildo no sabe mas de lo que yo he podido leer en el libro, así que no se como seguir investigando…”

Clara siguió leyendo el diario, leyendo cada vez mas frecuentemente hechos extraños relacionados con ese extraño mundo llamado Synde.

Hasta que por fin llegó a la última página:

“Hisu se ha pronunciado, su avail Laere ha vuelto y me ha dado un ultimátum, o voy a Synde o matará a todos mis seres queridos… yo no puedo permitir que eso ocurra así que voy cruzar el espejo de Guaren y entregarme a Hisu. Espero que Clara, la señora Guildo, Ana y todas mis amigas vivan felices y no sientan mucho mi desaparición…”

Allí acababa el diario. Clara estaba asombrada, aunque ya sabía donde debía ir: A la tienda de magia de esa tal señora Guildo.

viernes, 11 de abril de 2008

La llave de Clondey (Capítulo uno)

Una suave brisa acarició su cuerpo. Recorrió su rostro, su cabello, su cuerpo adolescente estirado sobre la roca… despertándola poco a poco de su reparador sueño. Abrió los ojos cansinamente mientras fruncía el ceño, pues la luz le molestaba levemente.

- ¡Vaya! Parece que te has despertado… parecías tan feliz durmiendo – dijo alguien que estaba frente a ella

Al principio no la reconoció, tenía la vista un poco borrosa del cansancio, pero finalmente se aclaró, y, con una sonrisa en los labios habló:

- Sandra, hermanita… ya sabes que me encanta dormir

Su sonrisa quedó congelada.

- Sandra… ¿Donde estamos? – preguntó Clara, con un matiz de terror

- Estamos en casa Clara…

- ¿En casa? Pe… pero estamos en medio de un desierto, esta no es nuestra casa!- su voz se tornó tensa y llena de terror.

- Clara, vayamos a dar un paseo por los alrededores… ya verás como te acabas de despejar- su cara desprendía desconcierto.

- Pero… ¿Y si nos perdemos?

- Clara, hermanita… ¿Es que no confías en tu hermana?

- Sí, claro que confío en ti… pero… -

- Pues demos un paseo; no pasará nada. Te lo prometo – finalizó Sandra, con una levísima sonrisa en la boca, comenzando ya a caminar hasta el borde la llana roca.

Al bajar , ambas, de la roca , Sandra condujo a su hermana por un pequeño sendero marcado levemente sobre la tierra seca del desierto, lleno de rocas del color del color de la escasa arena que había, un color amarillento, nada brillante, un color seco. El sendero bajaba por la elevación donde estaba situada la llana roca donde se situaban antes las hermanas hasta morir en un camino que discurría entre la multitud de elevaciones parecidas a la que acababan de dejar atrás.

El sol brillaba y calentaba las pieles de las hermanas mientras ellas, Clara unos pasos por detrás de su hermana, paseaban sobre el camino.

- ¿Tienes idea de donde vamos? – preguntó Clara, su cara reflejaba cansancio y agobio; hacía bastante calor

Su hermana aguardó un momento en silencio, parecía pensar la respuesta.

- No, no me hace falta, estamos en casa – su resultó tener un toque lógico, frío.

Clara arqueó su ceja derecha, y haciendo una extraña mueca explotó:

- ¡Sandra! Si esto es una broma… ¡no tiene ni la más mínima gracia!

- No es ninguna broma…

- ¡Pues dime donde estamos!- le espetó a Sandra con un notable enfado.

- Ya te lo he dicho – resolvió Sandra con una actitud sumamente fría.

Anduvieron un tiempo más; avanzaban por el camino ; sin embargo, Clara no sabía a que se refería su hermana al decirle que estaban en casa >> Seguro que es una broma<<>

- Sandra, estoy cansada quiero parar a descansar – le dijo Clara a su hermana, con una exagerada entonación que indicaba agotamiento

Sandra suspiró; se giró y comentó sonriendo:

- ¡Nunca ha sido lo tuyo esto de hacer mucho ejercicio eh!

Clara rió

- Pues ya sabes , si no me dejas descansar te estaré molestando todo el camino, que por el momento parece no tener fin…

- Esta bien…. Tu ganas

Se acomodaron como pudieron en el margen del camino, y mientras Clara se arreglaba su largo cabello castaño oscuro, ligeramente ondulado; mientras que su hermana oteaba el camino, intentando ver algo que su hermana ignoraba.

Fue entonces cuando Clara se estiró de cara al cielo y se quedó boquiabierta. El cielo no era azul, era de un color morado pálido.

- ¡Sandra! Por última vez… Donde ¿estamos? – su voz denotaba un contenido terror

- Clara, ¡corre!

- No pienso caer en ese truc…- comenzó a replicar Clara, pero una sombra enorme se abatió sobre ellas, silenciándola al instante.

Cuando Clara se giró para observar el creador de esa sombra, sus verdosos ojos observaron una gran criatura: Unas alas membranosas nacían en su lomo, un lomo ancho, lleno de púas. La criatura poseía una enorme cabeza conectada el tronco por un casi inexistente cuello, y al final de su tronco una larga cola llana; sus extremidades, gruesas como columnas, colgaban de su cuerpo que pese a su volumen corporal estaba volando. Toda ella era de un oscuro color marrón.

Sandra estiró a su hermana del brazo, puesto que ella se había quedado inmóvil, aterrorizada.

Corrieron por el camino mientras que la extraña bestia les perseguía emitiendo unos extraños rugidos guturales.

De pronto, se vieron interrumpidas por una docena de figuras negras que les cortó el paso.

- ¿Que queréis? – preguntó Sandra, gritando con una nota de terror en su voz

Una de las figuras oscuras respondió:

- Queremos dos preciosas jóvenes que ofrecer a nuestra ama Hisu en sacrificio… y lamento comunicaros que vosotras sois esas jóvenes – añadió con una malévola sonrisa.

Acto seguido la bestia apareció detrás de las chicas, como de la nada, y ellas, en un acto reflejo, saltaron hacia delante donde las figuras siniestras atraparon a Sandra, mientras que Clara cayó al suelo.

- ¡Sandra! ¡Sandra! ¡Resístete, no te rindas, no te dejes atrapar! – chilló Clara

Un instante después todo se volvió negro para Clara.

- ¡Sandra! – gritó Clara de repente, estaba en su cama, se había incorporado.

Todo había sido un sueño. Suspiró. Estaba en su habitación, en su casa, en su ciudad de Barcelona; había sido una pesadilla, una terrorífica pesadilla. Se giró en dirección a Sandra, que dormía en una cama al otro lado de la estrecha habitación, justo debajo de la ventana. Su mirada se heló, aterrorizada. Su cuidadora, Ana, estaba sentada en el borde la cama de Sandra.

- Clara… tu hermana… tu hermana ha…

- ¿Qué pasa?

- Sandra ha desaparecido.