miércoles, 9 de mayo de 2007

Eco de pureza

És difícil recordar , o simplemente imaginar, un mundo donde nada perturbara la naturaleza, nuestro planeta la Tierra está herido de muerte, miles de pequeños tumores van acabando con ella día a día...

Cuenta una antiguo mito, que en un próspero planeta azul llamado Ratier, una de las mas avanzadas civilizaciones jamás conocidas, crecía al son de los movimientos rápido de su planeta alrededor de su estrella Nalu.

Las ciudades de dicha civilización se alzaban cientos de metros sobre el suelo, grandes construcciones que denotaban el poder tecnológico de dicha gente.
Millones de habitantes, convivían entre sí correctamente...
Esta gente vivía sus vidas, tal y como ellos deseaban, donde su único propósito de vida era escalar socialmente, fuese como fuese.

Había miles, no, millones de habitantes mas pequeños, que subsistían a las sombras de las grandes construcciones, privados de la luz por masas de oscuridad, sus mustios rostros se asemejaban a la ceniza y en sus ojos se veía el único deseo de un rayo luminoso, para atraparlo y subir a las alturas...

Entre las personas que vivían a plena luz del día se encontraba Secer; una joven de pálida piel y brillantes cabellos castaños; segunda hija de una familia adinerada que vivía en una espaciosa casa a varias decenas de metros de altitud.

Según Ziacodia, la madre de Secer, su hija era la oveja negra de su família... No veía con buenos ojos que su segunda hija prefiriera bajar a los parques a sumergirse en las suaves caricias de la brisa que pasaba entre las ramas de los árboles en vez de ir a un centro comercial a comprarse joyas... Secer nunca había sido "normal"; su madre aún hoy en día le recordaba aquel episodio en el cual su pequeña hija de ocho años había liberado a todos las aves que su padre coleccionaba en una gran pajarera ornamental del jardín...

Secer, miraba a su alrededor, hacía su civilizada sociedad, preocupada por como ser feliz a costa de celebraciones donde una sonrisa queda grabada en el rostro varias horas para al terminar continuar la búsqueda...

La muchacha lloraba, sabía que de una forma u otra tendría que entrar en esa red social que ella tanto detestaba, pues se estaba haciendo mayor y cuando una se hace mayor debe adquirir ciertas apariencias para no acabar siendo una persona de rostro cenizo que no pueda sobrevivir apenas...

Mientras observaba a Nalu sumergirse en las turbias aguas del océano, Secer lloraba por su futuro luminoso, lloraba por sentir que unos bonitos pendientes no llenarían su alma, por observar que su propia casa estaba siendo destruida por su propio hijo mas civilizado.