viernes, 11 de abril de 2008

La llave de Clondey (Capítulo uno)

Una suave brisa acarició su cuerpo. Recorrió su rostro, su cabello, su cuerpo adolescente estirado sobre la roca… despertándola poco a poco de su reparador sueño. Abrió los ojos cansinamente mientras fruncía el ceño, pues la luz le molestaba levemente.

- ¡Vaya! Parece que te has despertado… parecías tan feliz durmiendo – dijo alguien que estaba frente a ella

Al principio no la reconoció, tenía la vista un poco borrosa del cansancio, pero finalmente se aclaró, y, con una sonrisa en los labios habló:

- Sandra, hermanita… ya sabes que me encanta dormir

Su sonrisa quedó congelada.

- Sandra… ¿Donde estamos? – preguntó Clara, con un matiz de terror

- Estamos en casa Clara…

- ¿En casa? Pe… pero estamos en medio de un desierto, esta no es nuestra casa!- su voz se tornó tensa y llena de terror.

- Clara, vayamos a dar un paseo por los alrededores… ya verás como te acabas de despejar- su cara desprendía desconcierto.

- Pero… ¿Y si nos perdemos?

- Clara, hermanita… ¿Es que no confías en tu hermana?

- Sí, claro que confío en ti… pero… -

- Pues demos un paseo; no pasará nada. Te lo prometo – finalizó Sandra, con una levísima sonrisa en la boca, comenzando ya a caminar hasta el borde la llana roca.

Al bajar , ambas, de la roca , Sandra condujo a su hermana por un pequeño sendero marcado levemente sobre la tierra seca del desierto, lleno de rocas del color del color de la escasa arena que había, un color amarillento, nada brillante, un color seco. El sendero bajaba por la elevación donde estaba situada la llana roca donde se situaban antes las hermanas hasta morir en un camino que discurría entre la multitud de elevaciones parecidas a la que acababan de dejar atrás.

El sol brillaba y calentaba las pieles de las hermanas mientras ellas, Clara unos pasos por detrás de su hermana, paseaban sobre el camino.

- ¿Tienes idea de donde vamos? – preguntó Clara, su cara reflejaba cansancio y agobio; hacía bastante calor

Su hermana aguardó un momento en silencio, parecía pensar la respuesta.

- No, no me hace falta, estamos en casa – su resultó tener un toque lógico, frío.

Clara arqueó su ceja derecha, y haciendo una extraña mueca explotó:

- ¡Sandra! Si esto es una broma… ¡no tiene ni la más mínima gracia!

- No es ninguna broma…

- ¡Pues dime donde estamos!- le espetó a Sandra con un notable enfado.

- Ya te lo he dicho – resolvió Sandra con una actitud sumamente fría.

Anduvieron un tiempo más; avanzaban por el camino ; sin embargo, Clara no sabía a que se refería su hermana al decirle que estaban en casa >> Seguro que es una broma<<>

- Sandra, estoy cansada quiero parar a descansar – le dijo Clara a su hermana, con una exagerada entonación que indicaba agotamiento

Sandra suspiró; se giró y comentó sonriendo:

- ¡Nunca ha sido lo tuyo esto de hacer mucho ejercicio eh!

Clara rió

- Pues ya sabes , si no me dejas descansar te estaré molestando todo el camino, que por el momento parece no tener fin…

- Esta bien…. Tu ganas

Se acomodaron como pudieron en el margen del camino, y mientras Clara se arreglaba su largo cabello castaño oscuro, ligeramente ondulado; mientras que su hermana oteaba el camino, intentando ver algo que su hermana ignoraba.

Fue entonces cuando Clara se estiró de cara al cielo y se quedó boquiabierta. El cielo no era azul, era de un color morado pálido.

- ¡Sandra! Por última vez… Donde ¿estamos? – su voz denotaba un contenido terror

- Clara, ¡corre!

- No pienso caer en ese truc…- comenzó a replicar Clara, pero una sombra enorme se abatió sobre ellas, silenciándola al instante.

Cuando Clara se giró para observar el creador de esa sombra, sus verdosos ojos observaron una gran criatura: Unas alas membranosas nacían en su lomo, un lomo ancho, lleno de púas. La criatura poseía una enorme cabeza conectada el tronco por un casi inexistente cuello, y al final de su tronco una larga cola llana; sus extremidades, gruesas como columnas, colgaban de su cuerpo que pese a su volumen corporal estaba volando. Toda ella era de un oscuro color marrón.

Sandra estiró a su hermana del brazo, puesto que ella se había quedado inmóvil, aterrorizada.

Corrieron por el camino mientras que la extraña bestia les perseguía emitiendo unos extraños rugidos guturales.

De pronto, se vieron interrumpidas por una docena de figuras negras que les cortó el paso.

- ¿Que queréis? – preguntó Sandra, gritando con una nota de terror en su voz

Una de las figuras oscuras respondió:

- Queremos dos preciosas jóvenes que ofrecer a nuestra ama Hisu en sacrificio… y lamento comunicaros que vosotras sois esas jóvenes – añadió con una malévola sonrisa.

Acto seguido la bestia apareció detrás de las chicas, como de la nada, y ellas, en un acto reflejo, saltaron hacia delante donde las figuras siniestras atraparon a Sandra, mientras que Clara cayó al suelo.

- ¡Sandra! ¡Sandra! ¡Resístete, no te rindas, no te dejes atrapar! – chilló Clara

Un instante después todo se volvió negro para Clara.

- ¡Sandra! – gritó Clara de repente, estaba en su cama, se había incorporado.

Todo había sido un sueño. Suspiró. Estaba en su habitación, en su casa, en su ciudad de Barcelona; había sido una pesadilla, una terrorífica pesadilla. Se giró en dirección a Sandra, que dormía en una cama al otro lado de la estrecha habitación, justo debajo de la ventana. Su mirada se heló, aterrorizada. Su cuidadora, Ana, estaba sentada en el borde la cama de Sandra.

- Clara… tu hermana… tu hermana ha…

- ¿Qué pasa?

- Sandra ha desaparecido.

1 comentario:

Nu dijo...

q wai zorriwingii!!!!

aver si aces ia la 2ª parte q tngo curiosidaa!!

zorriiingaaanaaa!!

xDDDDD

aios lokazaa!!

muaa

Nu_